Viviendo en Tiempos Salvajes
Los que tengáis una edad, como yo, recordaréis aquellos rompecabezas que consistían en varios cubos, de los que cada cara formaba parte de una imagen que había que resolver ordenando los cubos para componerla. Más tarde llegaron los puzles de piezas planas, que se diferenciaban por su complejidad, en función del número y el tamaño de las piezas que componen los mismos.
La realidad se ha convertido en un puzle de multitud de piezas y que tenemos que resolver, componiendo la imagen a modo de mapa para orientarse en la vida, tanto en el plano individual como en el colectivo. En los últimos años, ese puzle de los Tiempos Salvajes ha crecido en número de piezas de forma exponencial, no tiene una imagen que sirva de guía a la hora de componerlo, y muchas piezas ni siquiera sabemos si existen o donde están; no solo eso, las piezas crecen o menguan o cambian de forma cuando aún no has tenido tiempo de colocarlas, y también después, reventando lo que ya hayas resuelto.
A todas estás dificultades para solucionarlo se ha añadido la aparición de macarras como Putin, Trump o Milei, por mencionar algunos de los más conocidos, que dan una patada en la mesa y hacen saltar las piezas por los aires. Tenía que ocurrir en estos Tiempos Salvajes, solo era cuestión de tiempo que sucediera.
No soy tan pretencioso como para pensar que pueda resolver este grandioso puzle, pero si me gustaría reunir algunas piezas, encontrar por lo menos las que forman las esquinas, avanzar en montar los lados, y tal vez resolver alguna parte del interior aunque no se pueda saber en que parte irá colocada.
Juguemos si te gustan los puzles